Cuando llega el tercer trimestre en 3º ESO el tema 12 del libro de texto de Lengua suele ser el más interesante: “El teatro del siglo XVII”. Pero este tema, que solo en apariencia suena tedioso y aburrido, se convierte en el más formativo y lúdico de todos con el corral de comedias y los entremeses. Estas piezas breves tuvieron un innegable éxito en los escenarios del Siglo de Oro. De hecho, el entremés es un género teatral que alcanzó su esplendor en esta época.
«ENTREMÉS. s. m. Representación breve, jocosa y burlesca, la qual se entremete de ordinario entre una jornada y otra de la comédia, para mayor variedad, o para divertir y alegrar al auditório. Viene del Latino Intermedium, y por esso algunos yá le llaman Intermedio. Latín. Ludicrum inter actus intermedium […]».
Los textos clásicos constituyen una opción lógica porque el objetivo es desarrollar la competencia literaria del alumnado. Siguiendo la línea interna de la asignatura es en este momento cuando aparece el teatro desde finales del siglo XVI hasta mediados del XVII. Cuatro entremeses de Lope de Rueda, Cervantes y Agustín Moreto posibilitan un enfoque muy motivador a estos contenidos, y tres fases son indispensables para evitar la improvisación y lograr que se convierta en una prueba objetiva para la evaluación: la lectura comprensiva del entremés en común, el asumir cada uno su personaje memorizando su texto y respetando el de los demás, y la puesta en escena con la vestimenta y la ambientación lo más fiel posible a esta época. Un reto al que el alumnado se entrega con entusiasmo.
Además es el momento de aprender qué es un corral de comedias y sus partes (alojería, gallinero, caldero, foso, cazuela, palcos, aposentos, desvanes…), y aprovechar para que ubiquen el más conocido de nuestro país, el de Almagro en tierras manchegas; el desfile estereotipado de personajes clichés o figuras más habituales en estas piezas como el “bobo” o “simple” y que siempre tienen la misma función; el papel de la mujer como espectadora en la “cazuela” y sus características dentro de su rol entremesil; los diferentes y antiguos oficios en los cargos públicos de aquel entonces, como el escribano o el alguacil; el motor del entremés, que es el humor y la burla, el modus operandi de estos personajes; los prejuicios sociales de aquella época, como el concepto de limpieza de sangre; la naturalidad y cotidianeidad tanto en el lenguaje como en los temas: se exprimía al máximo el uso del lenguaje, utilizando diferentes hablas dialectales, jergas, refranes, expresiones populares, parodias del lenguaje culterano, incluso expresiones latinas, a menudo, macarrónicas; las referencias espaciales (aldea, ventas, mesones, Corte…) topográficas y geográficas con una ambientación en un ámbito aldeano o rústico; y también aprenden y experimentan que el oficio de comediante no era fácil ya que se requería especialmente de cierta agudeza y agilidad mental, pues se trataba de una acción rápida y constante en un tiempo muy reducido.
Si durante el curso se emplean habitualmente los textos literarios es, especialmente ahora, en esta actividad en la que se desarrolla en un ambiente relajado y lúdico, donde el alumnado disfruta de cada parte del proceso, lo cual contribuye a que se refuerce el aprendizaje y se asienten valores como la sensibilidad, la dedicación, la cooperación, la empatía y la ilusión, que resultan primordiales en la formación de nuestros jóvenes.
Los alumnos manejan habitualmente los textos teatrales para la enseñanza de la expresión oral a través de la dramatización. Este ejercicio contribuye indudablemente a que tomen conciencia de la capacidad expresiva de su voz y aprendan a comprender e interpretar mejor el lenguaje, y, al mismo tiempo, colabora en hacer de ellos comunicadores más eficaces, competencia imprescindible en la sociedad de la comunicación en que vivimos. En la práctica teatral el alumno es el protagonista de su propio aprendizaje, de modo que ejercita sus habilidades personales, de memoria, expresividad y creatividad, así como las relacionadas con la autoestima e iniciativa. Todas estas capacidades individuales se refuerzan con el trabajo en grupo, o trabajo cooperativo, en el que el esfuerzo de uno es el de todos. Los alumnos dependen, confían y aportan en el desarrollo del entremés (desde los ensayos hasta la puesta en escena), que culmina con la representación final, donde todos ellos viven el reconocimiento del trabajo realizado y la satisfacción de un éxito compartido.
Por ello, mi experiencia me ha enseñado que el recurso de la Dramatización y el Teatro en las aulas de Secundaria es una herramienta muy útil que permite desarrollar en el alumnado distintas habilidades, tanto lingüísticas y expresivas, como personales y sociales. Y todas ellas dentro de la asignatura de Lengua Castellana y Literatura y en el tema 12.
María José Vargas Maestre.
Profesora de Lengua y Literatura.