📝EL TESTIMONIO DE LOS MÁRTIRES, CAMINO DE SANTIDAD.

Un mártir representa el testimonio de un amor al Padre vivido hasta el extremo, e imagen concreta del Hijo, siguiendo su ejemplo sin titubear, incluso dando la vida misma, como Jesús lo hizo por todos nosotros. 

El papa Benedicto XVI decía que el martirio «se funda en la muerte de Jesús en su sacrificio supremo de amor, consumado en la cruz a fin de que pudiéramos tener la vida». Los mártires nos dan también vida, vida a la iglesia e interceden por ella siempre.

La Diócesis de Córdoba tiene la gran fortuna de contar con numerosos testimonios de martirio: hombres, mujeres, adultos y jóvenes que con su testimonio nos ayudan y abren el camino para que los cristianos de hoy podamos seguir a Cristo, desde el conocimiento y la libertad que implica el seguimiento de la Cruz. 

Y de forma especial, en el mes de noviembre recordamos cada año en nuestra Diócesis el testimonio de valentía en la Fe de todos aquellos que dieron su vida a ejemplo de Cristo. Nuestros patronos, San Acisclo y Santa Victoria, junto con el resto de mártires de Córdoba, son testimonio vivo hoy en día, a pesar del paso del tiempo que nos separa. Estos dos hermanos fueron los primeros mártires de Córdoba, perseguidos y martirizados por orden del emperador romano Diocleciano, dejando a para todos los cristianos un amplio testimonio de oración en comunidad y caridad con los más pobres. Su valentía cristiana y fortaleza en la Fe sigue conmoviéndonos aún hoy en día, desplegando en nosotros la duda sobre si, en nuestra vida, en las persecuciones contra los cristianos que existen en la sociedad actual, somos capaces de dar testimonio de Jesucristo y su Evangelio, como ellos lo hicieron, incluso existiendo aquella orden de persecución y muerte. 

También el papa Benedicto XVI reflexiona sobre ello, dando respuesta a la pregunta sobre «¿De dónde nace la fuerza para afrontar el martirio?», afirmando que el origen de la misma se encuentra «en la profunda e íntima unión con Cristo, porque el martirio y la vocación al martirio no son el resultado de un esfuerzo humano, sino la respuesta a una iniciativa y a una llamada de Dios; son un don de su gracia, que nos hace capaces de dar la propia vida por amor a Cristo y a la Iglesia, y así al mundo». 

Por tanto, debemos ser conscientes de que la fortaleza y el valor no está en el ser humano, sino en Cristo y nuestra unión con Él. De ahí la importancia de la oración, para lograr estar siempre en unión con Cristo y atentos a la llamada que nos hace a través de la oración. Sin olvidar que los santos mártires son siempre nuestro mejor modelo de valentía y amor, y que ellos interceden ante Dios por todos nosotros especialmente en este tiempo convulso de persecución cristiana. 

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